8.09.1976

Escatrón, la identidad perdida (1976)


Mi primera investigación sociológica, sin yo saberlo. Tenía veinte años, estudiaba Ciencias de la Información, creía que hacía Nuevo Periodismo, pero hacía Vieja (o clásica) Sociología: estaba analizando un proceso de cambio social y el impacto de la industria en el medio rural. 
Es un capítulo del libro El Bajo Aragón expoliado, dirigido por Mario Gaviria. Me había instalado en Zaragoza, para seguir los estudios a distancia, porque era un coñazo pasarse los días yendo y viniendo entre Barcelona y Bellaterra, una media de cuatro o cinco horas diarias entre metro, tren, autobús y pies para casi nada, y sobre todo en casa no podían financiarlo (el primer curso, simultaneado trabajando, había sido un poco desastroso, y el segundo lo pasamos en huelga de penenes, aún más desastre). 

Seguía con mis crónicas como corresponsal de mi pueblo para el diario El Noticiero de Zaragoza y de la revista Andalán me solicitaron un artículo sobre la autopista del Ebro, que terminé firmando con Gaviria, y una cosa llevó a otra. Se acostumbró a ir mi casa a llenar garrafones de agua (el agua de Mallén llegaba del Moncayo, mientras que en Cortes bebían agua de poca calidad de una toma directa del Ebro), y en una de esas me propuso irme con toda la troupe con la que se iba a ir en verano al Bajo Aragón para elaborar un informe que ayudase a la lucha contra las nucleares que se pretendía instalar. 
Por poco se frustra mi participación, porque en primavera tuve un accidente de moto (sin carnet), con la LUBE de mi padre ("La Única Birria Española" llamaban a aquella moto). 

Estaba regando un campo grande y bien nivelado (se regaba lento) y creí que me daba tiempo a irme por un camino al pueblo donde acaba de echarme novia, a unos 10 kms, pero en un tramo de grava se me resbaló y me dí una buena leche, con rotura del brazo por varios sitios, así que acabé en el hospital y con el brazo en cabestrillo y con varios hierrosdentro. Aún llevaba el yeso en el primer viaje al trabajo de campo.

La experiencia de aquella primera investigación (que no trabajo, por no remunerado, llemémoslo como becario) con Gaviria fue lógicamente iluminadora, y a ratos alucinante. Empezando con mi convivencia con el alocado Ismael Abizanda Zaforas, el cura de La Puebla de Híjar que terminaría convertido en asesor de bolsa, en cuya casa (nunca cerrada con llave) me alojaba, y que me llevaba en moto (yo detrás con el brazo enyesado) a Escatrón a hacer las entrevistas (algunas tardes tras pasar por la puerta de la iglesia, donde le esperaban las beatas, para despedirlas con cajas destempladas con un "iros a casa, que esta tarde no hay misa"). 
"Esto tiene una clara relación con el concepto de empresa estatal que manejábamos en páginas anteriores. La empresa lo es todo para Escatrón, lo domina todo. Así, todas las formas culturales y los usos sociales que colaboran en la formación de una Identidad, están en sus manos. La enseñanza, las diversiones de una manera indirecta, la ordenación urbana incluso, nada de ello es espontáneo, creado por los propios Interesados. Todo, absolutamente todo se les da hecho. Sólo lea resta dlgerlrlo, y lo demás vendrá dado por añadidura. La única conciencia es la de ser "de la empresa". "Es como si ya fuese un poco nuestra" , nos decía un trabajador ya jubilado, olvidando, porque para ello se les ha programado, que en absoluto es de él. Además de la propia acción de la empresa, a todo esto contribuyen también las condiciones objetivas. Nos encontramos ante un pseudonúcleo Industrial dentro de una zona rural, hasta el extremo de que algunos trabajadores de la central todavía son a la vez agricultores, en sus ratos libres.Una joven percibía la contradicción y nos la exponía: "Esto ni es pueblo, ni es nada. En los sitios donde vive la gente de las fábricas se ve otra cosa, como más moderno, otra manera de vivir más liberal. Aquí nada de nada. Dicen todos que son industriales, pero vivimos como en el pueblo más atrasado que pueda haber". En Escatrón se ha llegado a un dramático grado de alienación. Naturalmente que esta situación tan sólo beneficia a la empresa, que logra una mayor productividad de cada obrero, porque éstos sólo piensan y viven para, por, y de la empresa"

REFERENCIA
Baigorri, A. (1976), "Escatrón: la identidad perdida", en Gaviria, M. dir, El bajo Aragón expoliado. Recursos Naturales y Autonomía Regional, DEIBA, Zaragoza, pp.114-147



7.15.1976

(Con M.Gaviria) Tudela: algo huele a podrido (1976)




"Cuando en Aragón nos ocupamos del problema del agua, de su utilización para fines ajenos a los intereses de sus más últimos beneficiarios, la tierra y los ciudadanos que la beben, así como de sucontaminación, nos olvidamos, las más de las veces, de mirar más allá de Caspe, por un extremo, y de Zaragoza por el otro, siendo el eje transversal de nuestra reflexión. Sin embartgo, más allá de uno de los extremos mencionados, sobre la zona del Valle del Ebro aragonés que se extiende entre Zaragoza y Mallén, localidad fronteriza con Navarra, se cierne en la actualidad un grave peligro: la contaminación de las aguas utilizadas para beber y regar. El mismo peligro es compartido por parte de la Ribera navarra, de Tudela a Cortes. La posible instalación de una central nuclear en Tudela ya ha sido comentada, aunque sólo por encima, por algunos medios informativos, y de ello, aunque el proyecto por ahora parece detenido, nos ocuparemos próximamente. Pero en estos momentos existe un peligro mucho más grave, desde el punto de vista contaminante, que una central nuclear. La cuestión es que el pasado 9 de abril el Pleno del Ayuntamiento de Tudela aprobó el Proyecto de instalación en sus tierras de una papelera.
El problema es enfocable desde varias perspectivas: línea no aconsejable para el desarrollo industrial de Navarra; deficiente ordenación del suelo urbano e industrial, al dedicar 45 Has de regadío urbanizado a la instalación de una industria contaminante..."

Referencia:
Baigorri, A., Gaviria, M. (1976), "Tudela. Algo huele a podrido", Esfuerzo Común, Num. 239, pp. 40-41

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1.21.1976

(con M. Gaviria) La Ribera contra la autopista (1976)




Mi primer artículo "serio", cuando apenas andaba en 2º de Periodismo, en una revista considerada entonces muy sesuda, ANDALÁN. Andaba atacando las dinámicas derivadas de la construcción de la Autopista del Ebro en mis crónicas locales en el diario EL NOTICIERO, y ayudando a mi padre (o más bien metiéndole en el lío), Presidente de la Hermandad de Labradores de Mallén, a organizar la oposición, con la asesoría legal del que luego sería alcalde de Zaragoza por el PSOE, Sainz de Varanda, y la asesoría en agit-prop de Manuel Porquet Manzano, uno de Huesca que nunca supe qué era ni en qué estaba realmente. A los de ANDALÁN (o a Luis Granell, más bien) les gustaron mis crónicas y me pidieron un artículo. Pero como uno del consejo de la revista, Mario Gaviria, que acababa de escribir un libro negro contra el proyecto de autopista del Mediterráneo, andaba esos días por su casa en Cortes de Navarra, al lado de mi pueblo, al poco me llamaron para que lo hiciese con él. Después de charlar un rato, Gaviria me dijo que lo escribiese yo y que lo firmaba conmigo a ciegas, como así fue. Bueno, debía tener motivos para fiarse pues trabajamos juntos a partir de ahí durante diez años. Como las cosas son como son, en la revista rompieron incluso el orden alfabético en la autoría 

"UNA AGRESION AL ESPACIO AGRICOLAEsta autopista, como todas las demás del país no son sino una expresión más de la supeditación del interés agrícola a los intereses de la gran burguesía industrial - urbana. Los grandes capitales catalanes y vascos necesitan una comunicación cómoda y se la montan, sin más. No les importa tener que destruir cientos de hectáreas del mejor regadío. Sus intereses están por encima de todo. Las autoridades no satisfacen de forma real ninguna de las necesidades del país a largo plazo. AI poco de comenzar su explotación se convierten en deficitarias y en ese momento las concesionarias se las traspasan al Estado, para que sea el país (nosotros, ¿saben?), quien enjuague las pérdidas.Parece, por otra parte, que los ingenieros, después de sus años de carrera, no han aprendido a diseñar autopistas. No saben todavía que una hectárea de huerta por la que cruza una autopista es un trozode vida muerto, una cantidad de alimentos menos, una cantidad menor de riqueza para el país. No han aprendido todavía que las autopistas si fueran necesarias, cosa discutible, deben pasar, al precio que sea, por el secano. (...) Nos encontramos con que por la zona de regadío del valle del Ebro, entre Tudela y Zaragoza (una banda de tan sólo 11 kilómetros de anchura), discurran tres canales, una línea de ferrocarril, varias tendidos de líneas eléctricas, de teléfonos, de telégrafos, dos carreteras, ahora la autopista y pronto un gaseodicto. Dentro de poco, los agricultores tendrán que cultivar el panizo en macetas, y los oficinistas de las ciudades comerán tornillos y neumáticos."


REFERENCIA Y ACCESO
Gaviria, M., Baigorri, A. (1976), "La Ribera contra la autopista", ANDALÁN, Num. 81, Enero, pag. 4
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