10.09.1984

Los que vuelven al campo (1984)




"Volver al campo, para gente cuya preparación durante tantos años ha estado en función de poder 'huir' del mismo, indica bien a las claras la falta de la más mínima planificación en la estructura de la sociedad. Gente que ha estado como mínimo 10 años alejada casi por completo de la explotación agraria y que ahora tiene que volver impulsada por la falta total de salidas laborales a los estudios que han realizado. No hemos podido analizar en profundidad cuántas de estas vueltas son voluntarias o forzadas: algunas de ellas es evidente que son forzadas, pues en la solicitud de inscripción de alta en el REA especifican que vuelven a la agricultura ante la total imposibilidad de encontrar cualquier otro trabajo.Si en el caso de jóvenes sin estudios volver al campo significa una derrota para ellos y, sobre todo, para los padres la vuelta al campo de los estudiantes reviste en general caracteres más dramáticos. La realización de una carrera universitaria ha perdido toda su leyenda de solución para los problemas de los hijos de los agricultores. Antes, estudiar era tener el futuro resuelto, sin tener que pasar las penalidades de los padres en la explotación agrícola, trabajando de sol a sol y malvendiendo los productos. Se colocaban en la capital y venían a pasar el verano al pueblo, siendo al mismo tiempo la envidia de los vecinos y el orgullo de los padres. Sus esfuerzos habían servido para algo, Pero ahora, todo aquel,cuento de hadas se ha acabado. Ahora sólo es posible la vuelta al campo, o esperar la mano milagrosa de alguna oposición o enchufe en cualquierministerio. (...)Mujeres: jóvenes y viejas por un puesto en la Seguridad Social 
Aunque en teoría parece ser que entre los españoles no existe discriminación ante la ley por cuestión del sexo, la Seguridad Social Agraria demuestra lo contrario. La afiliación de mujeres al REA se ve sometida a una continua acción de sabotaje legal en base a solicitar continuos justificantes de la veracidad del trabajo femenino en la explotación agraria. Mientras los hombres con el simple justificante de su anterior ocupación laboral no tienen mayores problemas, las mujeres tienen que justificar poco menos que notarialmente un mínimo de días al año en la explotación y que esta actividad constituye su verdadero sustento económico.Y no valen los argumentos del INSS de la mayoría de que las altas denegadas corresponden a personas mayores, que han trabajado desde siempre en la explotación agrícola familiar, y ahora solicitan el alta para poder cobrar la pensión de jubilación. Y no valen, porque en las altas denegadas tenemos desde jóvenes de los 18 años -caso de Brieva de Cameros- hasta casos de mujeres mayores -caso de Lardero- con 63 años.
(...) "

Referencia:

Baigorri, A. y Marin, A. (1984), "Los que vuelven al campo. La agricultura aún crea puestos de trabajo", en M.Gaviria y A. Baigorri, dirs., El campo riojano, Ed. Cámara Agraria de La Rioja,
Zaragoza, 1984, pp. 36-42

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9.09.1984

Alcalde, pónles un huerto (1984)

De cuando (todavía, y venía proponiéndoselo desde 1980) las izquierdas no veían bien los huertos urbanos (las derechas tampoco, claro). El artículo está cual se publicó en 1984 en el diario El Día de Aragón, pero he incluido la Addenda que añadí en una recopilación de algunos de mis artículos que ese periódico publicó unos años más tarde. 




ALCALDE, PONLES UN HUERTO

Artemio Baigorri


     No sé si es un hecho real, o la impresión responde más bien  a la afición que uno le tiene al tema. Pero cada vez que paso por  Zaragoza me da la sensación de que el número de parcelaciones  ilegales sigue aumentando compulsivamente.

     Entre la autopista vasco-aragonesa y el Ebro hay al menos  una docena, algunas muy recientes a juzgar por el estado de las  construcciones. Es ésta una zona de difícil acceso, a causa de la  compartimentación espacial que provocan las infraestructuras y el  río, y por tanto de difícil vigilancia. Pero no puede decirse lo  mismo de las márgenes de la autovía Zaragoza-General Motors, en  la que es fácil controlar la evolución del fenómeno. Basta, en  cualquier caso, con un recorrido aéreo entre Zaragoza y Alagón,  para comprobar el alcance real. A vista de pájaro casi no hace  falta cartografía para distinguir el perímetro del término muni cipal de Utebo, ocupado en su práctica totalidad por toda clase  de usos imaginables.

     Se trata de un hecho delicado, y supongo que por esta razón  la vigilancia no se extrema, ni por parte del Ayuntamiento ni por  parte de la DGA, a pesar de las campañas en cuatricomía y papel  cuché (que ya en Madrid y otras regiones se mostraron insuficien tes) realizadas contra las urbanizaciones ilegales. Al fin y al  cabo, los actuales usuarios de las parcelaciones (que no los  parceladores, adviértase el matiz) pertenecen al pueblo trabaja dor y socialista que ha votado al PSOE. Y hay que reconocerles en  principio, las matizaciones vendrán después, el mismo derecho  agozar y consumir la Naturaleza circundante que a los ricachos y  adjuntos.

     Estos, con todas las de la ley (que la ley es, casi siempre,  cuestión de dineros), se han montado la urbanización fetén en el  campo, el campo en la ciudad (esos modernos bloquecitos de baja y  tres con dúplex, que están muy bien pero sólo están al alcance de  unos pocos), o directamente el chalé aislado cumpliendo incluso  la normativa sobre parcela mínima. Pero el obrero español accedió  a las vacaciones de verano cuando las playas se pusieron imposi bles e higiénicamente peligrosas. Pudo acceder al coche cuando la  gasolina se puso por las nubes y la ciudad se hizo intransitable.  Accedió al piso en propiedad cuando éste se tornó colmena, o a la  Universidad cuando se ha hecho inútil. Y ahora que pueden algunos  -pocos todavía- acceder a la parcelita, final de esa larga elipse  iniciada al emigrar del campo, resulta que es ilegal casi todo  cuanto se proponen al respecto. Para que hablen algunos cretinos  y ex-ministros de «la envidia igualitaria»...

     Además los técnicos les vienen atacando con doble saña,  porque además de ilegales son pobres, hacen unas casetas muy  horteras y llenan las parcelas de chuminadas (hace ya unos años  esbocé en El Viejo Topo lo que podría ser una semiótica de la  cha-lé-bola, que un día hemos de profundizar). Y es que los  técnicos de estas materias, hijos del siglo, vanguardia de la  vanguardia, guay del paraguay, entienden por cultura popular  aquélla que elaboran unos cuantos listos a imitación de lo que  hacía el pueblo entre cincuenta y doscientos años atrás (lo que  también debía resultar bastante hortera a los «sabios» del momen to); y no la que hace el pueblo del siglo, esa vulgar clase media  alimentada espiritualmente por la TV y el "Pronto", obsesionada  por rellenar fachadas con azulejos de colorines y ladrillos  amarillos de caravista (osea el posmudéjar, por definirlo "a la  page").

     Léase en suma, todo ésto, como manifiesto que llama a permi tir al pueblo zaragozano el goce del campo, o natura, del que fue  expulsado hace cosa de veinte años. Justo cuanto los trajeron  aquí, a rellenar el Charco y hacer bulto en el Pilar.

     Pero hablaba de matices. Pues es inconcebible que por cier tos pruritos socializantes, y/o populacheros, se esté permitiendo  de facto la progresiva destrucción de la huerta de Zaragoza. Lo  que es grave no sólo por lo que de destrucción de suelo fértil  conlleva, sino sobre todo, en este caso, a efectos paisajísticos  y de ordenación urbana.

     Los únicos parajes rústicos más o menos atractivos con que  hoy cuenta Zaragoza, los únicos que vale la pena conservar, son  las huertas (y algunos sotos). Que ya han sido brutalmente mor disqueadas por autopistas, ferrocarriles, variantes, fábricas y  para colmo por el monstruoso Actur.

     Situada en el centro mismo del valle del Ebro, la ciudad no  precisa para su abastecimiento en fresco de una corona de huer tas, por lo que no hay que argüir razonamientos agroproductivos  (que ahí están); pero necesita la huerta como falso cinturón  verde. Porque si prescindimos de las huertas el entorno de Zara goza queda reducido a un auténtico desierto. «Sobre el monte  pelado / un calvario», que diría Lorca.
     Por lo que también debe leerse todo ésto como varapalo  ecologista y sensual a las autoridades, por permitir el goze  incontrolado y chapucero de la huerta feraz.

     ¿Qué nos queda entonces, tras este viperino ataque a disetro  y siniestro? ¿Es acaso este panfleto una suerte de crítica des tructiva y nihilista, que dicen?. No por cierto, porque aún nos  quedan unos cuantos miles de hectáreas de tierras comunales, al  sur de la ciudad, en suelos de secano y de pésima calidad agronó mica (en donde debiera haberse construído el Actur si es que,  cosa harto dudosa, realmente hacía falta). Por ahí debiera haber se orientado el crecimiento de Zaragoza, saltanto el Canal en vez  de el Ebro, a la búsqueda de suelos más baratos, públicos y  además más sanos para vivir. Es en estos terrenos, y no en las  huertas, donde debe plantearse la arcadia-findesemana apara los  zaragozanos.

     No debe preocupar que sean tierras malas, feas y hoy por hoy  sin agua. Las hemos visto, peores que éstas, convertirse en  vergeles por obra y gracia de la imaginación popular, en  Alicante, Cádiz, Madrid, Barcelona, y aún en algunas  urbanizaciones de secano en Aragón; así que con un poco de ayuda  veríamos aquí selvas.

     Pongamos las cosas en su sitio. Pues como decía Ortega  hablando de otro tema, «la realidad actual nos facilita  desgraciadamente el asunto», mientras Boris Vian aclaraba con más  estilo, por boca del Mayor: «Es una lástima que se pierda tan  buen alcohol».

     El caso es que tenemos en zaragoza un gran volumen de  población deseosa de salir al campo, de tener su trozo de tierra,  aunque sea pagando (en ciudades más postindustriales el fenómeno  de las urbanizaciones ha remitido, está ya casi saturado; ahora  crece la demanda de huertos y no de chalés). Tenemos unas cuantas  decenas de miles de parados y jóvenes desocupados (a los que me  resisto a llamar «parados» por cuanto aún no han «iniciado»  nada), todos ellos con ganas de sacarse unas pesetas, o una ayuda  al autoabastecimiento de la familia. Tenemos niños que en su vida  han visto al natural (sí, es cierto, aquí en Zaragoza) un pollo  con sus plumas puestas, y tenemos tierra abundante, sol y  posibilidades de llevar agua. Una gran operación de  aprovechamiento de parte de los comunales para estos menesteres  podría llegar a suponer la más poderosa transformación del  paisaje del sur de la ciudad, desde que Pignatelli llegó en barca  al puente de América.

     Parece además que sigue adelante, ya de forma institucional,  ese proyecto del que nos hemos hecho eco en alguna ocasión, y que  unos pocos chalados del ecologismo progresista venimos predicando  hace años: repoblar los pueblos abandonados, reconstruir  comunidades, reutilizar las tierras, pastos y recursos  abandonados, pero con un sentido económico y racional. Será  fantástico si llega a funcionar, porque permitiría salvar de la  locura cotidiana a no pocos jóvenes urbanos, y transformaría en  riqueza lo que hoy es ruina y abandono. Pero es evidente que por  ahora eso no puede llegar a todos. 

     Entretando hagámosles más habitable la ciudad al resto, con  poco gasto. Y no olvidemos a esa gran masa de gentes maduras (los  que llenan de contenido el concepto de «currela»), que ni son  niños ni jóvenes ni ancianos, obsesionados por hacer algo en el  poco tiempo libre que les deja la cadena de montaje, y para cuyo  esparcimiento ni ésta ni ninguna otra ciudad hace otra cosa que  construir gigantescos campos de fútbol o plazas de toros.

     Léase pues, en suma, todo ésto, como lo que en realidad es:  una llamada a los ciudadanos-jefes para que les den vicio a los  ciudadanos-electores.

     Alcalde, ramón, oye, que te lo vengo escribiendo por ahí  hace más de cuatro años. Que hace algunos más tú me hablabas de  «urbanizar el medio rural y ruralizar las ciudades», y ésta es  una oportunidad de oro. Date prisa, antes de que te fagocite tu  propia corte, o cohorte. Que estas cosas salen baratas y dan  mucho gusto al pueblo. Que con cuatro tubos, un chorrico de agua  y una azada se entretiene el personal hasta que caiga la bomba.  Anda, quió, pónles un huerto a los chicos.

Posdata (esto del «pos» es que no hay manera de evitarlo): otro  día podemos hablar, si ustedes gustan, de cómo hacerlo bueno,  bonito y barato. 

9.IX.1984   Escrito en Tarragona, mientras analizaba la problemática de Salou como ciudad turística, y escribía una guía para turistas cultos que el Ministerio que pagaba todo nunca publicó

                                                                  
ADDENDA (1987) : Es curiosa la historia de las ideas. El tema de los huertos familiares viene de lejos. Cuando empecé a estudiarlo hacia el año 80 u 81, no me movía ningún afán inventor, sino la impresión que me causó el ver cómo los bulldozer arrasaban miles de huertos espontáneos en las márgenes del Llobregat y el Besós, coincidiendo con una estancia en Barcelona. Se hablaba entonces de huertos antihigiénicos que extendían enfermedades y que había que destruir para la limpieza de las ciudades. Así actuaban también en Madrid. Descubrí entonces que aquél fenómeno espontáneo, que como mecanismo de supervivencia ensayaban los charnegos en paro, no era sino la aplicación popular y espontánea de ideas largamente maduradas en la historia del agrarismo español, y puestas en marcha con carácter urbano en algunos países de Europa hacía un siglo.
     Cuando empecé a «predicar la buena nueva», algún amigo de entonces tachaba mis planteamientos de «rémoras falangistas» o algo así (luego se convertiría en propagandista de los huertos, y aún no pocos pensaban que él mismo se los había inventado), y los más comprensivos dejaban los calificativos en «populismo barato». Afortunadamente, mi primera propuesta al respecto la había publicado en "El Viejo Topo" y no en "ABC", y posiblemente eso me salvó de la espada flamígera.
     En 1983 realizamos un estudio sobre "Perspectivas y posibilidades de la agricultura periurbana en el Area Metropolitana de Madrid", a raíz del cual diseñábamos y proponíamos un plan de mejora del entorno metropolitano entre cuyos elementos fundamentales estaba el fomento masivo de huertos familiares de ocio, recreo y subsistencia. La reacción de los responsables del organismo contratante (la Consejería de Ordenación del Territorio de la Comunidad Autónoma de Madrid) fue censurar el estudio impidiendo su publicación cuando ya estaba en imprenta,e incluso atacarlo públicamente como reaccionario. Se decía que la prédica de los huertos familiares era un fomento encubierto de las parcelaciones y urbanizaciones ilegales, y se quedaban tan anchos. Evidentemente lo de los huertos no resultaba muy posmoderno.
     En Zaragoza se ve que participaban del mismo espíritu cateto, puesto que los comunistas del Ayuntamiento (que no sé cómo consiguieron un ejemplar del estudio de Madrid) intentaron al parecer desarrollar algo parecido para Zaragoza y no se les hizo ningún caso. A mí, en cualquier caso, siempre me extrañó que Sainz de Varanda no viese las posibilidades del tema; pero también es verdad que todo lo que tenía de buen político y gran persona lo tenía de tozudo, y además debía de estar ya un poco harto  de muchas cosas...Ni siquiera el Plan Joven (o al menos el llamado «primer borrador» al que he tenido acceso), demasiado cargado de referencias a una sociedad del ocio que no es la que más se ajusta a las ciudades industriales españolas (caracterizadas por la crisis económica y la escasez de trabajo, más que por la escasez de equipamientos y ofertas de ocio) ni siquiera ese proyecto recoje entre sus propuestas la posibilidad de crear huertos escolares, huertos de ocio para jóvenes naturistas, huertos de ayuda económica y supervivencia para jóvenes parados...
     El caso es que hace ahora sólo unos meses el mismo político madrileño que ponía a parir nuestro estudio (y que de hecho todavía tiene bloqueada su publicación, cuatro años después) tiene al parecer una aparición como la de San Pablo, y descubre que lo de los huertos familiares puede dar mucho juego...al menos hasta las elecciones regionales. Y se pone en marcha nada menos que un proyecto de 150 Has de huertos con un gran despliegue de medios. Y hasta Leguina sale en los papeles predicando la buena nueva y diciendo que ya lo decía él no sé cuando...
     Así pues Madrid, espejo maravilloso en el que pretenden mirarse últimamente (en fin, como antes) todas las grandes ciudades españolas, ha puesto por fin en marcha un programa de creación de huertos familiares. A ver si ahora en Zaragoza se animan un poco...

ADDENDA 2 (2018). Allí en donde yo proponía recuperar el paisaje con huertos, se han plantado viviendas...vacías.

8.10.1984

El paro y la crisis desde una perspectiva ecologista (1984)



Este capítulo corresponde a una conferencia impartida en 1983 Sama de Langreo, ante un público en el que abundaban los sindicalistas y mineros que se enfadaron mucho con mi intervención, en el marco de unas jornadas sobre medio ambiente organizadas por el geólogo Jaime Izquierdo Vallina para el Ayuntamiento. El texto se recogió luego con los de otros participantes en un volumen sin ISBN con el título de Ecología y medio ambiente en Langreo.


"He participado en muchas de las luchas ecologistas planteadas en este país en los últimos diez años; he ayudado a la formación de algunas Asambleas Ecologistas, Comités Antinucleares, de Defensa Territorial, etc. Algunas batallas las hemos ganado, total o parcialmente, y otras las hemos perdido. Sin embargo, me resulta difícil definirme como ecologista. El ecologismo ha pasado de ser despreciado por la sociedad establecida, como presunta ideología enemiga del progreso (y la actitud era la misma a la derecha y a la izquierda del stablishment), a terminar formando parte de la parafernalia del sistema. El ecologismo parece un elemento perfectamente asumido por la ideología del progreso, como una especie de contrapoder necesario para el buen funcionamiento del sistema. Un poco como el patriarca de las tribus que advertía de los desmanes de la Juventud más emprendedora, el capitalismo cuenta a todos sus niveles con "el ecologista " de turno, desde el último Ayuntamiento hasta la UNESCO, pasando por universidades, fundaciones y gobiernos. Limpia, pule y da esplendor.
(...)
Resulta curioso comparar una visión fantástica del f uturo, planteada a mediados del siglo XIX por un discípulo de Santi-Simon, con una de las más recientes fabulaciones tecnofuturistas conocidas: la planteada por Servan-Schreiber en su libro "El Desafío Mundial". Barthelemy Enfantin describía el estado de la sociedad industrial del año 2.240 , cuando según decía se hubiera descubierto una nueva fuerza dinámica parecida a la electricidad pero mejor. La gente desplazada por esta nueva fuerza, ¿iba a ser empleada en Obras Públicas, se les iba a pagar por no hacer nada , o sería colocada para producir objetos sin valor?. Todo seria posible en aquella sociedad perfecta, pero la solución iba a ser más elegante: ideaba una forma de educación politécnica que permitir a esa gente cambiar de trabajo sin gran dificultad. Siglo y medio más tarde, Servan-Schreider escribía quizás sin saberlo la continuación del cuento , auque también con pretensiones de anuncio racional del futuro. La nueva fuerza "parecida a la electricidad pero mejor" es sin duda la información: la informatización de la sociedad desplazará a grandes masas de trabajadores, pero también el autor moderno halla la solución en una permanente formación profesional que permita el reciclaje y el cambio de trabajo sin gran dificultad. Sin embargo, ambos fabuladores dejan en blanco el final del cuento: reciclarse para producir ¿qué? , para trabajar ¿dónde?.
(...)
Hay otras manifestaciones de la ideología de la crisis, de signos dispares y de menor entidad , aunque tal vez a modo de autocrítica podríanos citar otramuy abundante entre la izquierda, grotesca pero por lo menos divertida. Es la de los agoreros-optimistas, la escolástica de los que llevan 20 ó 30 añosanunciando la crisis final, y alguna vez tendrán que acertar. Para estos la crisis actual, la continua crisis que según sus análisis tenemos en casa y quesegún sus dictados debemos agudizar, siempre es "la última", la definitiva, y de ella saldrá triunfadora indefectiblemente la clase trabajadora. Asi sea.
(...)Si ligamos todo esto con la crisis industrial de que se habla, con los dos millones y medio de parados, creo que podemos plantearnos entonces una hipótesisbastante válida: no sólo no sobra gente en el campo, cómo con gran inconsciencia se sigue pensando en las instancias oficiales, sino que por el contrario no hay la fuerza de trabajo suficiente para producir losalimentos que España necesita. Falta gente en los campos, con lo que se debe acabar la política de expulsar campesinos hacia las ciudades hipertrofiadas,Y pasar a atraer gente hacia la agricultura. Evidentemente primero es fijar a todos los que ahora están en el campo en la mayor precariedad: jornaleros, hijos de pequeños agricultores, etc. Pero además hay que llevar cientos de miles de personas, quizás millones, desde las ciudades. Hay ya multitud de jóvenesque estarían dispuestos a irse ahora mismo si se les diesen tierras y medios para cultivarlas. Y hay que conseguir esas tierras, que las hay: el IRYDA tiene más de 300.000 Has de tierra que ha expropiado pero luego no ha colonizado. El Estado, con el ICONA y otros organismos controla directa o indirectamente más de 3.000.000 de Has cultivables.(...)Para algunos, la economía subterránea equivale a la tercermundización del país. Sin embargo, otros tenemos claro que la solución pasa precisamente por unacierta tercermundización de los espacios centrales del mundo industrializado. ¿No se adaptará mejor el que antes inicie el proceso?. Da miedo definirse sobre el tema porque llueven las acusaciones.


REFERENCIA:
Baigorri, A. (1984), "El paro y la crisis desde una perspectiva ecologista", en Izquierdo, J. ed., Ecología y medio ambiente en Langreo, Ayuntamiento de Sama de Langreo,
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7.11.1984

Diez tesis sobre Bardenas (1984)






\h  (qué tierno, el código que pasó del Wordstar al Wordperfect, lo dejo de recuerdo)


     Parece ser, me cuentan, que las jornadas sobre Bardenas no  han respondido a las expectativas que en su torno se habían  levantado. Sinceramente, a uno le hubiese gustado que en esos  días de reflexión y debate hubiesen quedado removidos por comple to los frenos que impiden un desarrollo inteligente de Bardenas  II; pero si al menos han servido para reafirmarse en lo que ya  estaba asumido, valga con ello.

     De todas formas, en los años que llevo observando el conten cioso de Bardenas tampoco es que se hayan visto grandes avances  sobre el tema, al menos respecto a las propuestas que se hacían  en el «Informe sobre el estado del planeamiento urbano y territo rial» que con Gaviria elaboramos hace más de cuatro años, por  encargo del Ayuntamiento de Ejea. Hay que anotar el cambio de  actitud de la DGA, tras la entrada de los socialistas, así como  el de otras instituciones; lo que ha supuesto un refuerzo moral  (por ahora bastante etéreo) para los ayuntamientos que se oponen  lisa y llanamente a la expropiación de sus comunales por parte  del IRYDA.

     Tiene también su interés el estudio encargado a Gesplan por  los ayuntamientos de la zona, que venía a abundar en nuestra  tesis de que los ayuntamientos podrían ser capaces de asumir la  transformación en regadío, si bien no terminaba de resolver el  punto básico: ¿y luego qué?. Y hay que mencionar por supuesto las  experimentadas reflexiones que don Francisco de los Ríos ha  dejado caer aquí y allá.

     Poca cosa no obstante, en una tierra donde, para bien o para  mal, todos nos sentimos capacitados para hablar del agua o del  campo, en corrillos, cafés, colas y oficinas. Las jornadas de  Ejea deberían haber venido a paliar esta sequía de debates.

     Como me hubiese gustado asistir, y no me ha sido posible por  hallarme en Extremadura, no puedo evitar, aunque sea con prisa y  de lejos, participar con unas pinceladas en el debate bardenero.  Ojalá que las tesis que aquí se exponen hayan sido estudiadas en  las jornadas; seguro que así ha sido, e incluso se han tratado  con más profundidad. Y digo ojalá porque, friamente, no veo que  otra vía distinta que la que aquí se esboza pueda llevar a buen  fin el contencioso (salvo la eterna vía de la rueda de molino,  que nunca falla).

I. Una ley tapa otra ley, o cómo partir de cero

     Es fácil estar de acuerdo en que las cosas serían distintas  en Bardenas si el asunto se iniciase ahora. Un buen porcentaje de  culpa del «impasse» en que nos hallamos la tienen los decretos-  ley que han venido desarrollando esta actuación; por lo que la  mejor manera de arreglarlo es «fabricar» otro decreto-ley que  anule todos los anteriores y permita partir de cero. Lo comido  por lo bebido, la acequia de Sora sería un gracioso regalo a la  región como satisfacción por los disgustos que ha generado el  proyecto. Puesto que todo está parado, parémoslo del todo y  legalmente. Pensémoslo de nuevo, entre todos esta vez, y póngase  de nuevo en marcha el proceso de una forma más sensata.

II. La mejor manera de conservar mientras tanto la acequia es usarla

     De seguir las cosas por el camino que van, para cuando el  agua llegue a la acequia de Sora se estará cayendo a trozos. Lo  hemos visto en el Plan Zújar. la mejor manera de conservar un  canal de cemento parece ser tenerlo lleno de agua. De los Ríos  hacía una aguda sugerencia, cuando nos contaba en un artículo  cómo en Bardenas I hicieron un tramo de acequia de tierra, provi sional, mientras llegaba el cemento. ¿No podría hacerse algo  similar mientras se arregla el tramo VI?. Que corra el agua por  Sora sin control, en tanto se resuelven las pegas, y veremos dos  efectos: el canal se conservará en mejores condiciones, y la  gente empezará a regar enchufando tubos directamente al cauce.  Ahorraremos varios cientos de millones en reparaciones, y obten dremos otros tantos de producción regando a la brava 1.000 ó  2.000 Has (así se hizo en el Canal de Lodosa).


III. Cualquier medio es bueno para empezar a regar

     Ganaremos tiempo y dineros si la Confederación Hidrográfica  concede, siquiera en precario, al Ayuntamiento de tauste, una  concesión del agua sobrante del Arba (y sobrante es prácticamente  toda la que pasa por Tauste) para elevar y regar 1.000 ó 2.000  Has en el Saso de Mira. En un año se podría estar regando (ya hay  de hecho una elevación funcionando, instalada por particulares),  y cuando el agua llegase de la acequia de Sora podrían trasladar se las bombas elevadoras a la propia acequia, para regar más  comunales por encima de la cota dominada. Sólo son precisas dos  resoluciones: una firmada por Botella y la otra por Nadal.

IV. El propio IRYDA tiene ya mecanismos para evitar el expolio de los comunales de Bardenas

     Si el Estado se empecina en seguir adelante, pueden hallarse  fórmulas conciliadoras, como las que el propio IRYDA está ponien do en práctica ahora mismo en otras zonas del país. En el plan de  riegos de Valdecañas, en el Tajo, el IRYDA ha ofrecido a algún  ayuntamiento, al que previamente había expropiado comunales, la  posibilidad de adquirir, en las mismas condiciones que los colo nos, cierto número de lotes para uso discrecional del municipio  (en el caso que acabamos de conocer, les han expropiado 80 Has de  secano y les van a «vender» casi 150 Has de regadío, en condi ciones inmejorables). En el fondo esto es el equivalente a nues tra vieja propuesta de que transforme el IRYDA, que todavía sabe  hacerlo y sobre todo tiene los medios, y cobre a los ayuntamien tos el importe de la transformación. Conociendo el precedente de  Valdecañas, sería ridículo que el Instituto se siguiera negando a  una solución de este tipo.


V. No está claro que los ayuntamientos de Tauste y Ejea sean capaces de gestionar 20.000 Has de regadío

     En los años que venimos observando la cuestión, no hemos  podido comprobar en los ayuntamientos afectados la capacidad  necesaria para gestionar todo el proceso y administrar de una  forma socialmente aceptable (desde una perspectiva al menos re gional, y no sólo local) los regadíos; aunque a pesar de todo  seguimos creyendo que los comunales deben seguir siéndolo. Esta  aparente contradicción, entre lo necesario y lo posible, se  superaría con la creación de un Instituto Regional de Coloniza ción, cuya eficacia se probaría en Bardenas II y se desarrollaría  en Monegros y el Gran canal de la margen Derecha. Sería un orga nismo mucho más complejo e imaginativo, y mucho menos corporati vista que el IRYDA; que «colaboraría» con los ayuntamientos en la  gestión de comunales, tanto de regadío como de secano, acabando  de paso y de una vez con los sueños desamortizadores de algunos  terratenientes y desaprensivos.


VI. Puede aprovecharse el agua de Bardenas para algo más que para regar, ahorrando parte de los costes de transformación

     El agua no es sólo un líquido refrigerante de las plantas,  sino que tiene una fuerza motriz muy importante (véase Jánovas).  En Tauste hemos estimado que pueden instalarse al menos cuatro  minicentrales hidroeléctricas, en ríos y canales. Y lo hemos  comprobado, pues tan sólo unos días después de informar al ayun tamiento de tales posibilidades, una empresa privada iniciaba la  construcción de una minicentral en el Canal de Tauste (tan rápida  fue la cosa que incluso se saltaron el pequeño trámite de solici tar licencia de obras), la cual está ya funcionando en la actua lidad. Entre la nueva central de Yesa y las numerosas minicen trales que podrían instalarse en ríos y canales de la zona puede  amortizarse una parte importante de las inversiones a hacer en  riegos y nuevos poblamientos.


VII. Bardenas es el mejor punto para instalar el centro superior de estudios agrícolas que Aragón necesita

     Puede ser la esperada Escuela Superior de Ingenieros Agróno mos. En cualquier caso no es necesario que tenga carácter univer sitario. Bardenas es un lugar ideal para instalarlo: tendría  viejísimos, viejos, nuevos y novísimos regadíos, agroindustrias,  secanos productivos y secanos erosionados e improductivos, tie rras salinizadas o en peligro de salinización, una potentísima  ganadería, pueblos de colonización y en su entorno tres de las  regiones agrarias más poderosas del Estado: Aragón, Navarra y la  Rioja; a media hora de Zaragoza, los alumnos y enseñantes no se  aburrirán mucho más que las 700.000 personas que pueblan la  capital de Aragón.


VIII. Varios fenómenos recientes nos reafirman en nuestra idea de la inevitable colonización de Bardenas II

     De un lado la crisis de la construcción. Los constructores  locales, hambrientos de obras (las nuevas construcciones no debe rían ir a caer en manos de las grandes compañías) se encontrarían  con una buena inyección de trabajo. El Plan Trienal de viviendas  debería reformarse, desviando viviendas de los grandes centros  urbanos hacia las áreas de nuevos regadíos. de otra parte, la  crisis urbano-industrial ha llevado a ciertas instituciones polí ticas a asumir por fín algo que los ecologistas veníamos «predi cando» años atrás: la conveniencia de repoblar los campos con  jóvenes desocupados de las ciudades. Pero, salvo que así lo  quieran ellos previamente informados, no hay que mandar a los  jóvenes a magullarse en las tierras marginales de los pueblos  abandonados (que por algo están abandonados, no todo es culpa del  franquismo o las eléctricas), mientras haya buenas tierras de  regadío que colonizar.

     Propongo a las Juentudes Socialistas que, paralelamente a su  interesante campaña de repoblación de pueblos abandonados del  Alto Aragón, se planteen otra de colonización de nuevos regadíos  (lo que tiene la desventaja de que primero hay que conseguir que  se hagan los regadíos), en Bardenas, Monegros y bajo la cota 400  de la margen derecha del Ebro. 

     Por último, el proceso que se está iniciando en algunos de  los pueblos de colonización de la primera parte de Bardenas, en  los que la economía comienza a complejizarse, demuestra que,  salvando entre otros muchos errores el del pequeño tamaño de los  actuales poblados, la idea puede seguir funcionando a la perfec ción, dando habitabilidad a un territorio exageradamente extenso  y desértico.


IX. El Plan Bardenas, por desarrollarse en un país con tradición en la colonización agraria, con recursos técnicos y económicos, con un avanzado grado de desarrollo social, y con una no menos notable tradición en lo que a sueños y utopías se refiere, debería convertirse en un modelo experimental de colonización

     Es una oportunidad única para poner al día el estilo «nacio nal» de colonización que ha venido cuajando desde el siglo XVI al  XX, y que no ha avanzado nada desde los años 50 a pesar de los  muchos cambios habidos en la sociedad española. Todo ello tanto  en lo que se refiere a formas de poblamiento como a otras cues tiones. Respecto al poblamiento, habría que buscar la compatibi lización entre el poblamiento disperso en base a los cruces de  caminos que se propone en el PGOU de Ejea (estilo astur-galaico-  leonés-californiano, digamos), el poblamiento concentrado en  nuevos núcleos que se propone en el PGOU de Tauste (estilo Valle  del Ebro, con una concepción esencialmente distinta de los pue blos de Bardenas I), y otras formas poblamiento aislado (estilo  valenciano-murciano, estilo manchego-extremeño-andaluz, etc) que  puedan surgir.

     Junto al poblamiento, otra cuestión básica a replantear es  la de la propia agricultura que se vaya a practicar. De un lado  las formas de explotación, dominio y propiedad de las explota ciones, permitiendo formas diversas: agricultura familiar, co munal, en cooperativa, en comuna (para los pobladores jóvenes que  lo deseen experimentar), en forma de empresa pública, etc. De  otra parte, las formas de cultivo y los propios cultivos, por  cuanto en tan vasto espacio agrario caben nuevas alternativas de  cultivo biológico (con sus correspondientes estructuras propias  de transformación y comercialización), en tierras que todavía  están limpias de productos químicos y que se van a regar con  límpisimas aguas del Pirineo (algo que sólo puede conseguirse hoy  en España en reducidos y lejanos valles de alta montaña); junto a  formas tradicionales de agricultura química, nuevas formas de  explotación mixta agroganadera, etc.


X. Bardenas II debería convertirse en un paisaje hermoso

     Se trata básicamente de no reproducir el campo-fábrica en  que se están convirtiendo los regadíos actuales. En medio de la  casi general indiferencia, hemos venido denunciando en repetidas  ocasiones la desaparición de hermosos paisajes agrarios (no «na turales» y que como tales no movilizan a los conservacionistas  tradicionales), en beneficio de la cosechadora y de una falsa  idea de la productividad; la desaparición del arbolado disperso,  refrescante, protector de pájaros y rico en frutos; la transfor mación de miles de hectáreas de paradisíacas huertas, verdaderos  jardines agrarios, en páramos cerealistas en los que sólo se nota  que hay regadío por las altas producciones y porque hay acequias.  Un falso espíritu de progreso que ha hecho que en los nuevos  regadíos (basta recorrer el «desierto» que a estos efectos sigue  siendo Bardenas I) ni siquiera se haya planteado ya ese potencial  paisajístico que ofrece el agua.

     Es hora de reivindicar lo que queremos llamar agricultura  paisajística, sobre la que no vamos a extendernos aquí; baste  señalar cómo en la transformación de Bardenas II (como luego de  Monegros, o de las tierras regables de la margen derecha) debería  aplicarse este concepto, recuperando para el campo una de sus  funciones básicas: la de recrear y enriquecer el espíritu tanto  de sus habitantes como de sus visitantes. Y ello debe traducirse  en algo más, mucho más, que los tópicos «bosquetes» del IRYDA (de  pinos aquí, de eucaliptus en el Sur), y que debería llegar in cluso a aplicaciones como incluir acequias de tierra en las zonas  destinadas a huertos familiares, para facilitar la potenciación  de fauna y flora.

     Se trata de obtener un diseño meticuloso y amable del espa cio agrario, con plantaciones masivas de especies variadas (no  sólo de pinos, sino también encinas, higueras, acacias, almen dros...que tampoco necesitan regarse) en los espacios inútiles  para el cultivo y el riego (permitiéndonos incluso dedicar a  estos menesteres tierras no dominadas por el agua, aunque culti vables en secano); plantaciones en caminos, canales y acequias,  no sólo de pinos o feos y tristes cipreses (que además deprimen y  no es bueno en tierras de cierzo suicida) sino de todo tipo de  especies incluídas las frutales; mantenimiento e incluso mejora  de las balsas del monte, recrecidas y con agua abundante, pobla das con peces adecuados, forestadas sus riberas, como espacios de  recreo y humificación ambiental; diseño de prototipos arquitectó nicos para las construcciones (viviendas, granjas, almacenes,  transformadores eléctricos, silos...) que surjan en estos campos;  etc.

     Si nos limitamos a llevar agua por acequias y tuberías (que  la aspersión sería otro tema a replantear, al menos para las  zonas de suficiente capa vegetal, y sobre todo a largo plazo si  no hay problemas de agua), el paisaje bardenero tan sólo lo  habremos transformado en su mitad productiva, y sabido es que  conviene a las civilizaciones, para no caer en la barbarie, el  atender a otros aspectos que a su simple manutención.


     Evidentemente, todas las tesis aquí apuntadas parten de algo  que no es tesis sino evidencia: no es necesario esperar el recrecimiento de Yesa para ir transformando y empezar a regar en  Bardenas II. Que cuando ese agua de apoyo llegue, esté todo ya en  marcha.


11/12.VII.1984    Monfragüe (Extremadura)


                                                                  


ADDENDA (añadida en el libro "De lo que hay lo que se podría", publicado en 1987) : En los tres años transcurridos desde que escribí estas líneas (que respondían a varios años previos de preocupación y estudio del tema, a través de trabajos de planificación y ordenación urbana en Ejea y Tauste) he ido viendo con alegría cómo algunas de las propuestas se han venido haciendo realidad. No me preocupa especialmente saber si han tenido alguna influencia estos trabajos, o todo ha sido fruto de esas mentes tan lúcidas que siempre hemos tenido en el gobierno de la región. El caso es que se avance. 

     Pero en cualquier caso me da la sensación de que sigue faltando un criterio general y globalizador para actuaciones en operaciones como Bardenas II. Y faltan sobre todo ganas de experimentar, de salirse de lo trillado (trillado aquí o en otros países, es lo mismo) para ir más allá, siquiera dejándose llevar por la marea de los tiempos que llegan. Se sigue creyendo que transformar es sólo hacer la presa o el pocico, tirar la acequia o el tubo, hacer a lo sumo una cooperativa y a producir; y eso es aumentar la producción de un territorio, no transformarlo. ¿Por qué seguirá dando tanto miedo aplicar la imaginación al gobierno de los pueblos?.

Referencia:
Baigorri, A. (1984), "Diez tesis sobre Bardenas", El Día de Aragón, Miércoles 11 y jueves 12 de julio, pag. 3

Enlace al documento 

3.04.1984

Estudio de Ordenación Territorial de la Comarca de Monfragüe (1984)




El texto es un fragmento, el final del tercer tomo del informe derivado del Estudio de Ordenación Territorial de la Comarca de Monfragüe. El Consejero de Obras Públicas de Extremadura (Juan Serna) disponía de unos fondos del MOPU para estudios territoriales, y desde la propia Consejería organizaron un equipo para hacer el trabajo (con el arquitecto Paco Escudero y el sociólogo Ramón Fernández), que me llamaron para coordinar. Creo que es uno de los primeros estudios de Ordenación Territorial que se hicieron del entorno de un Parque Nacional (aunque entonces Monfragüe aún no lo era, tendría que esperar hasta 2006; si bien ya era Espacio Natural desde 1979) con la voluntad de que el futuro desarrollo de aquel espacio protegido no supusiese un freno al desarrollo socioeconómico del entorno. Entre trasiegos y préstamos tan sólo conservo el tercer tomo, y dada la dificultad para escanearlo, sólo lo he hecho de las páginas de recomendaciones. Aunque son mucho más interesantes los tomos de análisis. Si alguien los localiza en la Junta de Extremadura y los sube a la nube, que avise. Tras este estudio realizamos, con un equipo más amplio, entre 1985 y 1986, unas Normas Subsidiarias Comarcales de Planeamiento, en cuya memoria informativa hicimos interesantes analisis de los modelos de poblamiento disperso y vivienda jornalera. Pero de ese documento tampoco conservo ejemplares.

"La falsa comarca de Monfragüe es como una síntesis de Extremadura. En ella hallamos tanto los recursos como las deficiencias y carencias que hacen de Extremadura una región postergada,o como se ha definido en mis de una ocasión, en términos más absolutos, saqueada. Como el conjunto regional, también Monfragüe se ha visto embalsada para producir una energía eléctrica que de ningún modo se aprovecha en el territorio. La amenaza nuclear que durante años ha planeado sobre la región se ha materializado en Monfragüe, planteando además, junto a los peligros innherentes a esta forma de energía, graves desequilibrios sociales e incluso serios problemas administrativos a algunos municipios, como es el caso analizado detalladamente en el estudio, de Saucedilla. Ni siquiera uno de los teóricos beneficios otorgados por el Estado a las zonas productoras de electricidad, el Canon Energético, termina de llegar a esta comarca.
Como en el resto de Extremadura, gran parte de la población de esta comarca vive de la asistencia social (pensiones, prestaciones de desempleo, empleocomunitario/PER, jornales del ICONA) otorgada por el Estado. Los propios municipios..."



REFERENCIA Y ACCESO:

Baigorri, A., dir, (1984) Estudio de Ordenación Territorial de la Comarca de Monfragüe, Instituto del Territorio y Urbanismo (MOPU)/Consejería de Obras Públicas (Junta de Extremadura. Mérida

3.02.1984

Prudente reivindicación del trabajo negro (1984)



Releo este texto antes de colgarlo, pienso en que tardaría aún cinco años en empezar a estudiar Sociología formal (osea, a hacer la carrera, ya que psicológicamente era incapaz de terminar Periodismo), y me digo: ¿Para qué coñe necesitaba yo estudiar la carrera? ¿Qué me aportó realmente, aparte de cuatro fines de semana al año en Madrid durante los cinco años de carrera y año de los cursos de doctorado? 
Pero luego me digo: claro que te vino bien. Ahora eres menos creativo, pero profesor funcionario.
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En septiembre del año pasado exponía las mismas reflexiones que aquí se hacen en una charla sobre «El paro y la crisis» en Sama de Langreo, el cogollo de la histórica y luchadora cuenca minera asturiana, ante un público formado sobre todo por ecologistas y sindicalistas. No era una graciosa "boutade" ni ganas de epatar al personal, sino el fruto del análisis de diversas experiencias conocidas. Sin embargo, ambos tipos de oyentes, ecologistas y sindicalistas, se llevaron las manos a la cabeza, hallaron el asunto escandaloso, contradictorio con todo cuanto había expuesto hasta el momento, y me tacharon poco menos que de agente de la CEOE.

Personalmente soy ajeno a casi cualquier forma de dogmatismo, y abomino de cual- quiera que esté absolutamente seguro de poseer una verdad, una panacea, una solución total. Así que desde entonces he dejado el tema, en espera de mejores tiempos para la lírica.

Pero como siempre, nos llega de fuera el eco. Grandes titulares han acogido el grito de «¡Viva el trabajo clandestino!», con que el sociólogo francés Alfred Sauvy concluye su último libro, "El trabajo negro y la economía de mañana". La verdad es que Sauvy ha tenido siempre como un resabio conservador, pero sus palabras llegan avaladas por «Le Nouvel Observateur», órgano oficioso de la intelligentsia francesa de izquierdas. De forma que ya nos está permitido hablar del tema, sin falsas vergüenzas, también a los de casa. Hace ya algunos años que la lectura que ciertas gentes venimos haciendo de la llamada crisis me ha llevado a creer que, más que de «lucha contra el paro» (un concepto éste bastante productivista, aún por omisión), hay que empezar a hablar sin ambages de estrategias para la supervivencia. Y hay que hacerlo sin pretensiones, sin falsos prejuicios, de forma desenfadada y con imaginación, tomando ideas de aquí y de allá. Lo que puede conducirnos a veces a planteamientos aparentemente escandalosos, antiobreros, ¿reaccionarios?.

Este el caso de la economía sumergida (en adelante ES), con toda su parafernalia de trabajo domiciliario, polígonos industria- les fantasmas, empresarios -y trabajadores- piratas y asilvestrados; todo ello detestado por los sindicatos, por las élites del poder obrero. Es un fenómeno ambiguo, y delicado de tratar. Pero para mí hay un dato clave y es que, tanto o más que los sindicatos, despotrican también de estas crecientes formas de producción las patronales y los empresarios «legales», sobre todo por considerarlas competencia desleal (como si la competencia capitalista fuese alguna vez leal).
La mayor parte de los aspectos del trabajo negro pueden tener distintas e incluso opuestas lecturas. Escapa a los sistemas de contabilidad nacional, de Hacienda, de la Seguridad Social, de las estadísticas del paro... Pero hay aspectos del fenómeno cuya lectura es clara, y nos dice que se trata de algo externo al sistema, al recuperar en parte formas más primitivas de producción y distribución: como el trabajo domiciliario (que es desde luego ambivalente porque acaba  con  la  cadena,  pero  separa  a  los productores entre sí y aún más del producto final, por cuanto la alienación económica en términos marxistas es mayor); la descentralización del proceso productivo, la reducción e incluso supresión del aparato tecno- burocrático, la recuperación de la economía de trueque...

En suma, la cuestión es: ¿la ES ataca por la base al sistema capitalista, al desobedecer la legislación y las normas, o es simplemente el prólogo de una reordenación del modelo productivo?. Personalmente no termino de inclinarme por una u otra opción, pero sí que tengo claros algunos datos:
  • ·         La ES está llevando a pueblos y zonas dejados de la mano de Dios y del Estado una actividad fabril, siquiera degradada, desconocida hasta hoy, y unos ingresos no menos desconocidos. Los llamados "empresarios negros" (entre los que, no hay que olvidarlo, se hallan algunos organismos de la Administración pública) están dinamizando económicamente zonas profundamente deprimidas.
  • ·         En áreas agrícolas desarrolladas hemos visto cómo estas actividades están permitiendo completar, con el trabajo domiciliario y a tiempo parcial de las mujeres cuando no van al campo, las débiles economías de los pequeños agricultores.
  • ·         En no pocos pueblos hemos visto surgir talleres llamados cooperativos, en los últimos años, dedicados a abastecer a las empresas subterráneas. Es un paso adelante, pues se mantienen los elementos positivos y se minimizan los negativos (como es el caso de la separación entre los productores, pues aquí las mujeres trabajan juntas; incluso en muchos casos es la primera vez que trabajan juntas, y en más casos aún es la primera vez que consiguen trabajar fuera de casa y liberarse siquiera en parte de las tareas «propias de su sexo»).
  • ·         Todo el sector español del calzado, la mayor parte del textil (incluidas las empresas de los posmodernos amigos de la Moncloa) y del trans- porte, la construcción o los servicios prestados por algunas profesiones liberales estarían hundidos y con cientos de miles de parados más, si no se hubiese generalizado la ES.
  • ·         En el área metropolitana de Madrid hemos encontrado -y los hemos visto o tenemos conocimiento en otras muchas ciudades- cientos de recicladores, pequeños chatarreros, cartoneros, pequeños ganaderos cuneteros en precario y sin registros sanitarios, todos ellos instalados sobre terrenos incontrolados, que se han creado un puesto de trabajo no asalariado en la ilegalidad y subterraneidad más manifiesta. De otro modo no tendrían ingresos.
  • ·         En los últimos años decenas  de miles de familias de las grandes ciudades españolas sobreviven gracias a las chapuzas domiciliarias, que suponen en conjunto segura- mente varios miles de millones de «facturación» y que seguramente nunca estarán contabilizados en el PNB.
  • ·         En todas las medianas y grandes ciudades hallamos enjambres de jóvenes, estudiantes o no, que sobreviven fuera de casa con una pequeña ayuda familiar y mil pequeñas chapuzas: pegar carteles, repartir publicidad domiciliaria, encuestas, recados (¿se han parado a pensar los políticos que todas sus campañas electorales son realizadas, en último término, por    currantes «sumergidos», pegadores de carteles y repartidores de propaganda?). Ello es posible también porque han organizado su vida de otra manera, recuperando un sentido de la austeridad que la sociedad urbana había perdido (un buen tema para sociólogos en paro: las nuevas formas de austeridad, y saber si corresponden a una mudanza de la conciencia o es simple adaptación provisional a las circunstancias).
  • ·         Hay, en fin, una creciente capa de la sociedad que pasa de falsa Seguridad Social, que no se siente asegurado con ella. Que trabaja fuera del control de una Seguridad Social cuyos beneficios sociales reales para alguien más que para la clase médica y la tecno burocracia que la controla no están nada claros hoy día, pero cuyas cargas se llevan hasta un 12 % del coste medio de fabricación de un producto (y ¡ojo!, que las cargas no serían inferiores porque el sistema fuera privatiza- do). La Seguridad Social es ya sólo un gigantesco parásito; no vive para las necesidades de la sociedad sino para mantenerse a sí misma, a sus médicos y funcionarios; la atención a los enfermos es sólo un subproducto del proceso económico que la rige, y un subproducto malo.

Este sistema ha tirado una vez más por los suelos las chulerías de los tecnócratas. «Las viejas fábricas -predica Servan Schreiber-, incluso con bajos salarios, no venderán nada. En cinco años todo el mundo tendrá fábricas con microprocesadores y robots, donde el rendimiento será varias veces superior al de la mejor mano de obra en sentido clásico». La ES ha tirado por los suelos estas falacias. Los costos de producción de las empresas ilegales resultan hasta un 30 % más bajos. Sin ordenadores.

Para no pocos, la ES equivale a la tercermundización del país. Sin embargo, otros tenemos bastante claro que la «solución», si es que hay alguna, pasa precisa- mente por una cierta tercermundización de los espacios centrales del mundo industrializado, en el que nos ubicamos. Y en consecuencia predicamos -siempre sin mucho convencimiento, también es cierto- que los gobiernos sigan en parte haciendo la vista gorda al fenómeno, para evitar la multiplicación de la tasa de paro, el aumento de la inflación y el surgimiento de bolsas de hambre real.

Para no pocos, la ES equivale al rechazo de muchas de las «conquistas» de la clase obrera. Para otros, supone tan sólo el principio del fin de esta especie de modo de producción asiático, basado en la tecno burocracia (estatal, corporativa, sindical, multinacional...) en que el capitalismo se ha convertido. Porque la ES es algo más que las empresas que funcionan sin SS. Son también los miles de hippies, punkies y exiliados que venden en el Rastro madrileño desde heroína hasta pendientes de cobre, o los grupos más o menos comuneros que se instalan en el campo a practicar una especie de autosuficiencia y también acaban haciendo economía sumergida «frente» a los agricultores. Los rockeros que fabrican y venden sus propios cassettes y fanzines. Las radios libres...

La economía sumergida es buena para quienes quieran empezar a funcionar fuera del sistema. Es buena para el que quiere trabajar, pero terrible para el que quiere un puesto de trabajo; y aún más terrible para el que sueña con un puesto de por vida. Sauvy lo ha dicho de forma más descarnada: «Hoy en día, el trabajador en paro ya no busca trabajo, sino un empleo, una colocación».

ADDENDA (añadido en el libro "De lo que hay y lo que se podría", 1987): Han pasado casi cuatro años desde que por primera vez ordené estas reflexiones, y no veo que las circunstancias puedan hacerme cambiar de idea sobre mi consideración ambiguamente positiva para el trabajo sumergido.El asunto está en cualquier caso tan poco claro para todos que tanto el nuestro como los demás gobiernos no han hecho al res- pecto sino practicar un tímido «dejar hacer, dejar pasar»; y tampoco es eso. Una cosa es reconocer lo que de positivo tiene la ES, objetivarlo e incluso fomentarlo, y otra muy distinta volver poco a poco al viejo liberalismo decimonónico en sus formas más crudas de explotación. Y una pregunta me asalta siempre que pienso en este tema: ¿qué razón puede haber para que los sindi- catos, que denuncian públicamente la economía sumergida en general, no denuncien a Magistratura a las empresas sumergidas, fácilmente localizables para un tipo de estructura tentacular y disciplinada que llega a todos los rincones del Estado, como es un sindicato? (1987)


Referencia:
Baigorri, A. (1984), "Prudente reivindicación del trabajo negro", El Día de Aragón, 2 de marzo, pag. 3